Por Juan Pablo Plata.
1. ¿Qué te inspiró a comenzar a escribir para niños, y cómo descubriste que este sería el camino que seguirías?
—¿Ya te sabes el cuento de La Bruja Chancletas?
Ella, moviendo su cabecita de lado a lado me indicó que no y, de inmediato, se acomodó en la cama en disposición expectante por escuchar el cuento; mientras estaba sentada abrazando su almohada me miraba fijo; yo me dije a mí mismo: “¿rayos y ahora qué me voy a inventar si ese cuento no existe!” Así que hice una pausa pensando por dónde empezar y, lo primero que se me ocurrió fue decirle que el cuento tenía lugar en un pueblo donde sus personajes todos tenían apariencia de tomates… Esa noche le conté una pequeña parte, inventada e improvisada por supuesto, y le dije que al otro día le contaría más. Este cuento lo fui inventando mientras trabajaba en el día como consultor desarrollador de software, y cada noche le contaba una parte, así fue durante cerca de tres meses. A mi hija le gustó el cuento y yo luego lo escribí; en su versión original era muy extenso, más de 15.000 palabras. Años más tarde, el 3 de octubre de 2015 en Bogotá perdí esa versión, producto de un atraco de película. Durante la pandemia lo reescribí y busqué a un dibujante caricaturista; el único que se enamoró de la obra fue un maestro mexicano, Iván Tapia, de todos los que contacté y a los que les escribí aquí en Colombia y America Latina nadie respondió pero Iván sí, y, fue lo mejor para la obra porque él era para mí opción ideal, también la más costosa, sin embargo su amor por la obra fue tal que él redujo sus honorarios a un costo que yo podía pagar y, por ello, le estoy muy agradecido.
Cuando publiqué Los cuentos de Wala I, los cuales llegaron a la editorial Ibañez por recomendación de una poeta bogotana, Mary Luz Tobón, a quien tuve la dicha de conocer y agradecer, prometí que la próxima obra a publicar sería La Bruja Chancletas y gracias a Dios y la vida ese sueño se hizo realidad. En el año 2022 para el día de mi cumpleaños publiqué y regalé en las redes sociales la obra Morota en digital. La señora Isabel, rectora del colegio Marinos de Santa Marta, se enteró de la obra y se lo pidió a la editorial Ibañez, y, en ese momento, tuve que bajarlo de las redes y empezamos el proceso para que fuese un libro en físico, algo que no me esperaba. La obra quedó muy bella y el lanzamiento lo hice un año después con los niños y niñas del colegio Marinos de Santa Marta en Bogotá. El doctor Gustavo Ibañez, a través de Liliana (Editora y escritora de la editorial) me preguntó si tenía más obras infantiles, y le envié ejemplares de las obras que yo había autopublicado: BetriX Pintoreta (novela infantil bilingüe en español e inglés que publicará la editorial Ibañez entre enero y febrero de 2025); El viaje a Natur que espero ilustrar y publicar una nueva edición. Es así como las obras infantiles se han abierto camino ellas mismas y yo las he dejado salir, pero no pensé que fuese a ser de tal modo. Creí que después de La Bruja Chancletas publicaría el tomo II de los cuentos de Wala o una de mis novelas o mi segundo libro de poesía (el primero fue La Sabiduría del Océano), pero deben esperar su turno porque las obras infantiles tomaron la delantera.
2. En tus obras, ¿cómo defines el papel de la imaginación en el proceso de aprendizaje de los niños? ¿Qué tan importante es para ti que un niño se sienta parte activa de la historia?
Ahora bien, estoy convencido de que la “buena literatura” es aquella que logra ser universal, es decir, cualquier lector puede sentir que vive en la obra que lee, o sentirse parte de ella, o descubrir en ella cosas que otros no; y en ello, el público infantil es crítico y generoso, no aceptan alusiones falsas, saben muy bien qué es la buena literatura. Quizá, ese sea el motivo por el cual el público infantil “no gusta” de la “literatura heredada”, o sea obras adaptadas. Aceptan este tipo de obras más por obediencia hacia sus padres y por imposición en las escuelas que por iniciativa propia.
3. ¿Qué elementos consideras esenciales al crear un personaje infantil memorable, como Morota o los personajes de The Flip-Flop Witch?
RTA: Cuando me posee el hada de la literatura infantil, la escucho decirme: “Wala, nada de literatura heredada o falsa literatura”...Y estoy de acuerdo con ella, debe ser porque a mí de niño tampoco me gustaban las mismas historias de siempre. En ese sentido, procuro que si hay algo importante que permanece como por ejemplo, el arquetipo de una “bruja”, esta sea única. Que no haya otra igual o parecida. Mejor aún, que esa idea antigua de lo que es una bruja se vea repensada, resignificada, incluso que el lector pueda sentir que también hace cosas con la inteligencia de La Bruja Chancletas (The Flip-Flop Witch la versión en inglés). No debe haber afán mientras se aprende con juicio de dicho arte y oficio, por ello, es probable que La Bruja Chancletas tardó 12 años en ser publicada y fue mi regalo para mi hija cuando ella cumplió 15 años. La Bruja Chancletas cambia los paradigmas dogmáticos de las brujas, tanto que puede el lector enamorarse de ella, de su inteligencia, pero también de su sabiduría y su bondad; de modo similar pasa con el resto de los personajes, en especial con Plupa, con quien la comunidad infantil puede sentir afinidad. Y esto mismo ocurre con los personajes de mis otras obras: Morota, BetriX Pintoreta y El viaje a Natur.
4. Morota es una historia llena de aventuras y emociones, pero también de enseñanzas. ¿Cómo logras equilibrar la diversión y el aprendizaje en tus narrativas?
RTA: Morota es una obra de travesuras, aventuras y emociones, pero por supuesto también de enseñanza, aprendizaje y diversión. Su protagonista, Morota, no logra aquello sin su mejor amigo, Milyöes, un niño con síndrome de Down y espectro autista. Esta obra en especial atrapa al público infantil porque, entre otras cosas, a Morota no le gusta hacer tareas, al menos no las tareas que le proponen o le impiden hacer en su mundo, que de un modo u otro es también el mundo del lector; mientras que Milyöes hace las cosas de una manera que es posible y también admirable sin necesidad de que se lo impongan, él parece dar luces de nuevas formas de ser y hacer. Todo lo que ocurre en la obra, ocurre en dos mundos bien conocidos por el público infantil: la escuela y la imaginación. Como lo he mencionado antes, el público infantil no es “tonto” no acepta emulaciones o engaños, por tal motivo, Morota nace de mi propia infancia: cuando era niño no me gustaba hacer algunas tareas, de allí parte la enesencia del cuento. Y el público infantil con quien he tenido la fortuna de conversar en eventos escolares, me ha confirmado que acerté, en otras palabras, la literatura se hace universal desde nuestra propia experiencia individual; y con ello, viene el equilibrio por naturaleza misma de la literatura.
5. En The Flip-Flop Witch, ¿cómo usas el concepto del "juego" o el "flip-flop" (cambio de perspectiva) para transmitir lecciones a los jóvenes lectores?
RTA: Aquí Flip-Flop funciona como adjetivo, es decir, chancleta, The Flip-Flop Witch traduce La Bruja Chancletas, por su parte la palabra flip flops es un sustantivo que significa chancletas. En esta obra, un objeto de uso común como son las chancletas se convierte en un elemento de reconocimiento universal, quiero decir, cualquier persona en el mundo sabe qué es una chancleta, y, de seguro, ha usado algún par en su vida. Dicho objeto es también el detonante que dio origen a la obra, y de igual modo el causante de todo lo que ocurre en el cuento y, es allí, donde empieza ese juego de cambios transitorios de eventos, momentos y emociones a lo largo del mismo.
6. En tu experiencia, ¿cuál es el valor del juego como herramienta educativa en la literatura infantil? ¿Crees que el juego puede ser un puente entre la ficción y la realidad?Respuesta 4. Entrevista a Walter Alonso López Ardila. WALA. Escritor Colombiano editado por Grupo Editorial Ibáñez.
RTA: Bueno, lo primero que puedo decir al respecto es que, la humanidad no es la única que juega; también lo hacen otras especies. Jugamos por muchos motivos como por ejemplo: diversión, socializar, aprender, amar y descubrir nuestras habilidades o talentos. Hay algo curioso, me refiero a que hay juegos de naturaleza instintiva, y los jugamos conociendo sus límites y consecuencias como reglas de los mismos. Por ejemplo, correr a alcanzar a alguien, hacerle cosquillas o muecas a otros. Estos juegos ya parecen venir con nosotros; no tenemos que aprenderlos. Hay otros juegos que debemos aprender a jugar, es necesario conocer sus reglas para poder jugarlos y disfrutarlos, por ejemplo: jugar parqués, ajedrez, naipes, dominó, etc. El juego es en cualquier caso un instrumento de enseñanza y aprendizaje con un alto valor experiencial y significativo.
Como escritor me gusta crear juegos de situaciones, emociones, atmósferas, diálogos entre personajes o monólogos y, también, juego con el lenguaje y sus posibilidades. A los niños, y yo creo que a la mayoría de lectores nos gusta descubrir palabras nuevas y, más aún, si su significado brota de la ficción de una obra que a su vez termina impactando la realidad cuando llevamos estas palabras a nuestras vidas del día a día. Un niño me decía: “cuando me ponen una tarea que no me gusta, pienso: que Morota venga y la haga”.
7. En Morota, el protagonista se enfrenta a situaciones difíciles. ¿Qué tipo de valores y lecciones deseas que los niños aprendan de ella y de sus experiencias?
RTA: Hoy en día hay una “mala cultura” de sobreproteger a la infancia, blindándola de todos los posibles males incluidos la frustración y el esfuerzo. Esto es sin duda un gran error que puede perjudicar aún más a las niñas y niños, pues los psicópatas se aprovechan de ello. En ese sentido, me parece que es mejor para el futuro de la infancia una educación frente al dolor, el sufrimiento, la frustración, la incertidumbre, el esfuerzo, el amor propio, la empatía y la resiliencia, todo esto para formar carácter, capacidad de análisis crítico, y toma de decisiones más acertadas. Alineado con lo anterior, rescato las buenas costumbres, los valores éticos y morales como pilares universales para el ser humano y la sociedad que habita. Pero como lo dije antes, la buena literatura brota de una fuente que es mucho más rica, que se nutre de mucho más que lecciones y valores; y eso lo saben los niños, por eso camuflarles una obra ética y moralistas con ilustraciones no los va a atrapar.
8. The Flip-Flop Witch tiene un tono mágico y surrealista. ¿Por qué elegiste un enfoque fantástico para abordar temas como el cambio, la identidad y la autoaceptación?
RTA: Esta es una pregunta bien interesante. La fantasía es para mí, en ocasiones, un futuro o un presente transformado. Algo que nace de la experiencia de vida como ocurrió cuando se le cayó la chancleta a mi hija, y en mí se activó el subconsciente para decirle a ella: “¿ya te sabes el cuento de La Bruja Chancletas?”. Ambos mundos, el consciente de la razón y el subconsciente de la imaginación y la fantasía convergen cuando se les antoja, y respecto a ese misterio, poco o quizá nada sabemos en realidad; pero de que convergen y echan chispas cuando ello pasa es cierto, es real y es fantástico. Luego de la pregunta vino todo lo demás: personajes, atmósfera, trama, estilo y lenguaje, los cuales en conjunto dieron vida a La Bruja Chancletas que alguién en Bogotá, no sé quién, pidió que fuese traducida al inglés y así se hizo, por tal motivo, este año se publicó The Flip-Flop Witch. Ser conscientes de nuestro inconsciente nos puede ayudar a afrontar cambios, reconocer nuestra verdadera identidad y asimismo alcanzar nuestra autoaceptación.
9. ¿Qué técnicas o métodos utilizas al escribir para niños que te permitan combinar entretenimiento con el desarrollo de habilidades cognitivas o emocionales?
RTA: Cuando decidí escribir las obras infantiles, siendo ya un hombre adulto, mayor de 30 años y con dos hijos, tomé como base algunos principios que estuve investigando por muchos años durante mis lecturas literarias y mis tiempos de escritura (como escritor autodidacta), los cuales son:
Nada de literatura infantil heredada. Esto es, ninguna adaptación o similar de otras obras, pues al público infantil esto no le gusta, lo descubrí con mis propios hijos y algunos niños y niñas en conversatorios; aunque los niños y niñas por obediencia deciden aceptar esta imposición por parte de sus padres o adultos en las escuelas, me refiero a leer obras adaptadas o heredadas que no surgieron como obras de naturaleza infantil. No obstante, la catalogación de “infantil” solo es un formalismo, ya que he visto a adultos enamorarse de mis obras, y eso es bueno, porque los adultos son los que las compran para los niños; los niños no tienen poder adquisitivo.
Hacer caso omiso a los expertos en literatura. Al público infantil no le importan las reseñas de un libro, ni la cantidad de libros vendidos, ni si los expertos hablan bien o no de un libro; les atrapa la historia y los personajes, sin importar si son o no conocidos, si salen o no en la televisión, en las redes sociales o el cine, si son o no reales, si el escritor que los creó es bueno o malo, si lo conocen o no.
Originalidad y creatividad. A los verdaderos expertos en literatura infantil, “las niñas y niños”, les encanta lo original y creativo en un cuento, el cual puede representar su mundo o mejor aún sus mundos: reales, imaginarios, incluidos los sueños y las travesuras, lo que les gusta y lo que no, sin que sean estos el motivo como primera intención de una obra. Pero ojo, si le lees un cuento a un niño y le preguntas si le gusto probablemente por no generar malestar te va a decir que sí, la verdadera respuesta está en verlo disfrutar de las obras que lo atrapan sin obligarlo. Así que la originalidad y la creatividad son clave en mi proceso de escritor.
Experiencias únicas. Toda obra literaria debe provocar al menos una experiencia única en los lectores. Y en la literatura infantil esta experiencia debe garantizar, creo yo, felicidad (como esfuerzo) y aprendizaje (como proceso), sin ser esto el motivo inicial que atrape al escritor y lo inspire, pero sí uno de los beneficios para los lectores.
Obras de naturaleza universal. La buena literatura es aquella que logra ser universal, es decir, que cualquier lector pueda sentir que vive en la obra que lee, o sentirse parte de ella, o descubrir en ella cosas que otros no; y en ello, el público infantil es crítico y generoso, no aceptan alusiones falsas, saben muy bien que es la buena literatura. Esto por supuesto también significa que no todos los cuentos son para todos, cada quien tiene sus gustos. Por ese motivo doy vida a obras distintas, porque yo también disfruto de la variedad, la originalidad y la creatividad que nutren lo universal.
Personajes, tramas, atmósferas y lenguaje son otros de los cimientos de mis obras. Deben ser únicos, tanto como cada lector lo es, tanto como cada niña o niño lo es. Por tal razón, y así me lo ha hecho sentir el público infantil que ha leído mis obras, que no hay nada mejor que una experiencia única sin los prejuicios del mundo de los adultos en cuanto a la fantasía, la magia, la belleza de los personajes, las tramas, las atmósferas y el lenguaje. Este último tiene una magia especial, pues descubrir palabras que no existen en el diccionario ni en Google da una experiencia única de sentido y belleza literaria que solo los lectores descubren, sintiendo que tal descubrimiento de esos mundos y sus personajes les pertenecen o que son parte de ellos.
Resignificar algunas ideas. Esto no es literatura heredada, es tomar algunos arquetipos que yacen en nuestro subconsciente o imaginario personal y colectivo para crear nuevas historias. Una de ellas le encanta a mi hijo, se llama TADRA, aunque todavía no se ha publicado. Pero esto debe hacerse con amor, dedicación y estudio. Me refiero incluso al tamaño del libro y su forma, algo que también me tomó tiempo definir y que los niños me han dado la razón en ese acierto.
10. Como escritor de literatura infantil, ¿qué te gustaría que los niños y sus padres se llevaran al terminar de leer tus libros? ¿Hay algún mensaje o reflexión particular que siempre intentes transmitir?
RTA: Aún hay un niño que me habita y además soy padre. Como escritor procuro, en todas mis obras, que los lectores se lleven al terminar de leer mis libros una experiencia única como lectores y seres humanos, asimismo un descubrir del mundo que habitan y de los mundo que ellos llevan consigo, pero no porque yo lo diga o lo haya escrito, sino porque la historia a través de la voz de sus personajes y sus vivencias lo hacen posible, pues considero que la verdadera conexión no es conmigo como escritor sino entre el lector y los personajes, una relación de intimidad que yo debo respetar y guardar distancia. Ese descubrir propio de cada individuo se convierte en un descubrir de todos, algo de naturaleza universal que puede trascender el tiempo y renovarse.
A modo de reflexión y con un sentido más crítico, también busco que la comunidad infantil aprenda a hacer frente al dolor, al sufrimiento, a la frustración, a la incertidumbre; cultivar el esfuerzo, el amor propio, la empatía y la resiliencia para formar carácter, capacidad de análisis crítico, y toma de decisiones más acertadas como lo mencioné antes en otra pregunta. De igual modo, retomo las buenas costumbres, los valores éticos y morales como pilares universales que rescatan al ser humano y la sociedad que habita. No obligar a los niños y jóvenes a leer ciertas obras, recomendarlas tal vez. Pero considero mejor enseñarles a leer una sinopsis, un prólogo, un título y sus imágenes para que sean ellos y ellas quienes decidan qué libros leer, y descubrir por sí mismos si acertaron o no, o si la obra les dejó algo que no se esperaban.
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