Por Juan Pablo Plata. Curador.
Carlos Reyes, el secreto mejor guardado de la plástica colombiana, pinta con un alma que habla y ruge en cada cuadro. Sus obras, una fascinante danza entre lo figurativo y lo abstracto, nos invitan a sumergirnos en un reino donde las emociones son a la vez vívidas y crudas, encapsuladas en pinceladas de color y forma. Su vida intensa en labores profesionales y empresariales en el marketing, en viajes y en el motociclismo aficionado: son el trasfondo de una actividad pictórica que ya abarca varias décadas y 1000 cuadros ejecutados entre obras bocetiadas, obras por encargo y en su mayoría hechas con absoluta libertad. En sus piezas figurativas, Reyes atrapa la esencia de la vida con una precisión que parece casi sobrenatural en los rostros femeninos y masculinos y animales plasmados. De sus lienzos, a veces, emergen rostros; cada línea suya, es un testimonio de la experiencia humana vivida con ímpetu siempre por Reyes, cada tono un susurro de alegría, tristeza, amor y pérdida. Las figuras no son sólo representaciones, sino narradores profundos, cuyas narrativas silenciosas nos llevan a un diálogo íntimo con nuestra propia humanidad. Cada obra resuena con una fuerza conmovedora, un eco de la capacidad del artista para ver más allá de lo visible, para tocar el núcleo mismo de lo que significa estar vivo. Sin embargo, es dentro de sus obras abstractas donde Reyes realmente desata su maestría. Aquí trasciende lo tangible, abrazando el caos y el orden de la geometría abstracta y el expresionismo abstracto. Sus lienzos son campos de batalla de color y forma, donde la precisión geométrica choca con la energía cruda de la expresión espontánea. Cada línea y curva, cada toque de color, habla de un mundo interno donde la lógica y la emoción se fusionan. Las formas geométricas, a veces nítidas y definidas, otras fluidas y esquivas, crean una tensión dinámica que mantiene al espectador perpetuamente involucrado, buscando significado en el aparente azar. Las piezas expresionistas abstractas de Reyes son una sinfonía de emoción, un testimonio del poder del arte para transmitir lo inexpresable. A través de trazos atrevidos y composiciones fuertes, engancha la agitación y el éxtasis del espíritu humano. Su uso del color es a la vez audaz y profundo, con matices ocres y oscuros que chocan y armonizan en una representación visual las complejidades de la condición humana y su derroche como hombre viajero y divisador de las panorámicas de las ciudades y los diseños arquitectónicos de otros. Panorámicas, edificios y experiencias que asoman en sus abstractos. Hay una energía palpable en estas obras, una sensación de movimiento y vida que desafía la naturaleza estática del lienzo. Carlos Reyes se erige como un referente en el mundo de las artes plásticas, sus obras son una fusión de intelecto y emoción, precisión y caos. Es un pintor de sueños y realidades, de lo visto y lo invisible, un verdadero maestro en su oficio. Su arte, un reflejo de su alma, sigue siendo uno de los secretos más preciados de Colombia, esperando ser descubierto, apreciado y celebrado por el mundo. Carlos Reyes: el secreto mejor guardado de la plástica en Colombia.
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