Poemas por Luis Felipe González Gutiérrez. - Colina Revista

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Poemas por Luis Felipe González Gutiérrez.


Luis Felipe González Gutiérrez. Poeta Colombiano cuyo próximo libro sera editado por Silver Editions. Nació en Bogotá, Colombia, en 1975. Magister en Literatura de la Pontificia Universidad Javeriana. Su tesis Aportes para una teoría literaria desde una perspectiva construccionista: evaluación sobre la afinidad conceptual, metodológica y epistemológica de las teorías literarias producidas en la última década frente a los postulados generales del enfoque construccionista social (2010) fue reconocida con mención honorífica. Es psicólogo de la Universidad Santo Tomás y actualmente se desempeña como docente universitario en dicha universidad. Así mismo es autor de varios artículos científicos sobre las relaciones conceptuales entre la psicología y la literatura. Autor del poemario Canto árbol.


Pandemia


Los cuerpos huyen de sí mismos.


Encapsulados, aislados,


temen al visitante


invisible.


Microscópico.




El silencio se apodera de las calles


y rondan los ojos


metálicos,


inspecciones corporales,


panóptico hecho pantalla y app,


hashtag de cuidado


y nubes de noticias


repetidas al aumento de los cuerpos


desfallecidos. Inertes.


Los cuerpos huyen de sí mismos.



Conectividad


Ser átomo en este universo


en red.


Armazón de datos


que invisibles


configuran la voz digital,


el entorno de la información


permanente.




Ser átomo a la piedra


que da forma a la


montaña,


esa que mira a los hombres


en su vaivén electrónico.




Ser átomo en esta realidad


nombrada al instinto


de la imagen y su


pixel paralelo.




La interconexión total.



Crisis climática


Huyen presurosas las aves


del tóxico cielo.




Las ciudades se apresuran


al cataclismo.




Ruedan los abismos,


los llantos futuros,


el cese del tiempo,


la materialización del caos.




Huye la tierra


de sí misma


cansada de su inminente


autoexterminio.


Cuarentena



El tiempo derrite las aceras,


las convierte en decorados


de una ciudad silenciosa.




Presente congelado.




Los rostros se encriptan


y se sumergen en sus


nidos de metal y ladrillo.




Las sombras de los peatones


esquivan el contacto


inmediato,


la sonrisa.




La ciudad se cierra a sí misma.


Neguentropía en estado puro.

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