Trabajo con la idea de la obra de arte como el resultado de experiencias cotidianas, la materialización y transformación de la vida; para lo cual mantengo un discurso sobre la relación de la memoria con el territorio y la política.Samir Elneser. 

Por Juan Pablo Plata.

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Samir, Buenas tardes. ¿Cómo estás?  

Buenas tardes. ¿Cómo estás? Muy bien. 

Samir, inicialmente, tengo una pregunta un poco baladí o sencilla. ¿Cuál es tu relación con cualquier cosa del Medio Oriente, tu nombre y las cuestiones bélicas?  

Mi papá era libanés, eso es lo que me enlazó con lo libanés y lo de allá. Él era muy activista, con los derechos de Palestina, así como artivista. Y desde esta formación, desde la infancia, que no digo de política, sino cultural, comenzó todo. Nunca he ido a un país árabe ni al Líbano, pero también hay afinidades, como los paisanos.  Siempre como que hay un vínculo con personas y asuntos de allá. De amistades.  La misma herencia cultural de comunidades que siempre han estado. Mi perspectiva del paisaje, mi memoria.  

Ahora bien, esta cosa de tus obras, de hacer misiles, a pesar de tener el doble sentido que permite el cambio de la ortografía de las palabras en inglés de Work of art, obra de arte hacia Wark of art, obra de la guerra o todos los juegos de palabras en relación con mi pregunta inicial. ¿Por qué? Ese nombre tan particular, tan bonito, pero en vez de Pedro Pablo Gaviria te llamas Samir Elneser. ¿Qué tanto de lo de la diáspora forzada en el Líbano, la guerra del Líbano del siglo XX, tuvo que ver tu papá con eso y que tú te encargues en tu obra plástica, de temas bélicos y en las formas y en los temas que creas, o si no hay nada de eso, o de pronto son unos ecos muy lejanos? 

Hay ecos. Pero, digamos, mi papá era de un pueblo que en su mayoría era musulmana. Entonces, antes de la guerra mi papá ya había percibido como rencillas étnicas. Cuando el Líbano era colonia francesa, los musulmanes eran obligados a empezar a migrar a Latinoamérica, hacia América Latina. Siempre hubo rencillas étnicas entre los musulmanes y los cristianos. El tema bélico es el pan diario de allá. Es lo que se ve allá: caer misiles así no haya una guerra. Son como armamentos de varios países lo que hago en mis obras, de varios ciclos de guerra. 

¿La forma de los misiles coincide con la forma real de los que se lanzan en guerra? 

Pues hay dos cosas, como también te digo. Y uno es como un juego. En los 90 era una época muy belicista en los acontecimientos y en los juguetes que me tocaron. Mis misiles son como de una falsa guerra también. Esa debería ser la mejor, la que no existe o la que es solo de juego, la infantil. Eso sería lo más deseable. En los primeros meses, estaba en la universidad y uno jugaba con unos tubos que botaban en la universidad o de niño jugaba con los porta planos que se volvían lanzamisiles. No es que cree misiles a escala real, son aproximados. Pero no coinciden más en lo técnico. 

¿Cómo descubriste que podías hacer objetos culturales llamados plásticos? ¿Recuerdas alguna epifanía?  

De niño dibujaba, no bien, pero sí. En el colegio, pues siempre dibujé en clase, siempre, siempre. Digamos los juguetes que no teníamos la plata para comprar los originales, les hacíamos accesorios, lo custumizaba en una recreación que se aproximaba. Desde el colegio vendía dibujos y le hacía los dibujos técnicos, las planas y otros a mis compañeros y mis novias. 

¿Qué opinión tienes del mundillo del arte desde lo comercial y qué le aconsejas o cuentas a los artistas que vienen en camino? 

No he sido un docente formal. He dado conferencias, charlas por ahí, y lo único que digo enfático es que la cosa en el arte no es fácil. En esto hay que tener un poco de constancia, mucha constancia y disciplina. No importa casi el talento. Hay mucha gente que en la educación, en la formación, pues, son como las estrellitas o las estrellas que tienen más aptitudes técnicas, pero, finalmente, en la carrera profesional no sobresalen mucho. Pues, sí, el panorama es difícil en el mercado del arte. En Colombia es un mercado que nadie está regulando. A veces comerciantes o galeristas pueden bajar o subir precios de obras sin más. A veces falta ética en un mercado que no es regulado como el del arte en Colombia. Las cifras de muchos eventos y ferias con arte en Colombia no se conocen. A mí me ha pasado que me compran una obra en el taller en 1 millón y después la veo en 4 millones y no entiendo cómo la tienen así en venta en ese monto y ni siquiera me la han acabado de pagar. Es difícil decirle a los artistas no vendan así, no regalen su trabajo, porque las necesidades de las personas son apremiantes, sobre todo, si solo viven de vender obras de arte. 

¿De dónde surgió la serie de cuadros Colombia soundtrack donde mezclas la historia de Colombia con las tipografías de los nombres de bandas y canciones de rock Colombiano de dos y tres décadas atrás? 

Pues fue como una banda sonora de hechos históricos que tenía presente, no tanto que he vivido, pero que son cultura general en Colombia. Mis padres sí los vivieron. Y, empecé como a ver muchos documentales del rock y punk en Medellín, sobre todo, de finales de los 80, con esa onda de Rodrigo D, esa onda de Parabellum y la influencia de esto en el black metal noruego de entonces, era como hacer una relación a partir de la tipografía de los discos y los nombres de las bandas. Y es que es muy claro lo que decía Fernando Vallejo: que La Pestilencia podría ser la banda sonora de Colombia. Yo diariamente hago un trayecto en bicicleta desde donde vivo hacia mi taller y paso por el Centro de Bogotá, por el Palacio Nariño, por Las Cruces, el Palacio de Justicia, el San Juan de Dios, por Chapinero. Casi siempre voy escuchando esas bandas colombianas y entonces tenía ya la relación y quería manifestarla. Y empecé a acumular muchos papeles. Recibos y facturas también de la época de los 80 y los 90, como para hacer un fondo para dibujar. Y los hechos los seleccionaba históricamente, digamos, la masacre de Pozzetto con la banda Masacre, cuando fue el tratado de paz con el EPL, con la pipa de la paz de Aterciopelados. Odio a Botero, una de mis bandas favoritas. Entonces era la burla con Fernando Botero y Gloria Zea. Después conocí al vocalista de Odio a Botero, a René Segura e hice unos trabajos gráficos para unos sencillos que él lanza en YouTube. El problema es que la banda sonora de Colombia aún sigue siendo la peste. No es que lo haya sido en los 90, sino que todavía funciona para lo que nos pasa tristemente. Digamos, yo todos los días que paso por el Centro, por Las Cruces, San Bernardo y como que todo es muy pestilencia, todo eso que suena como urbano y bogotano, que el reggaetón puede ser género urbano, pero de nuestra realidad no tiene absolutamente nada.  

¿Cómo es el montaje o creación de una de las obras de Colombian soundtrack? Porque ellas tienen recibos, tienen lápiz, tinta; son mixtas. ¿Es un ensamblaje que haces? Cuéntame de una, o sea, de una de las bandas. ¿Cómo hiciste?  

Digamos de la banda de metal Masacre, Masacre y el Pozzetto, el fondo de ese cuadro son recibos de los años 80 y pedazos de archivos de mis familiares y la imagen que dibujo, pues, son los heridos que están sacando de la masacre que ocurrió en ese restaurante en Kra 7a con 61. Son dibujos de tramas y de los temas con rapidógrafo encima de recibos, talonarios, cajas, empaques, con transparencias algunos que crean fondos. Tengo otra obra de esa serie con la banda La Derecha y Rojas Pinilla y su gabinete. 

¿En qué obras estás trabajando ahora? 

Ahora estoy haciendo una serie llamada Sistema de pensamientos. Son pinturas de portadas y lomos de libros que hago a mi gusto o con portadas y lomos por encargo. También hay libros ficticios que pinto. Es como un sistema curatorial de libros en el que estoy jugando a trampantojo con lo que es una biblioteca real, pero que en realidad es hecha a mano y pintada en una lámina.  El arte es duro, pero hay que gozarlo. Lo que más me gusta en la vida o lo que más anhelo ser es como Rocky Balboa. Un individuo de clase media que lucha, fracasa. Llevo ya 10 años de graduado de la universidad y han sido más los fracasos que los éxitos, pero ahí seguimos. Como Retroceder nunca, rendirse jamás.
 

Obras de arte de Samir Elneser a la venta en www.instagram.com/silvereditions/   3002187551.

 Obras disponibles en Bogotá, Colombia y en cualquier lugar del mundo.