Por Carlos David Contreras.
(Bogotá, Colombia. 1985). MagÃster en Escrituras Creativas de la Universidad Nacional de Colombia (2016) y Profesional en Estudios Literarios de la Pontificia Universidad Javeriana (2010). Participó en el Taller de PoesÃa Ciudad de Bogotá Los Impresentables 2013, donde colaboró en el 2015 y 2016. Su poema Nos deshilvanamos aparece en De vetustate (2016), antologÃa poética editada por Celedonio Orjuela. Fue poeta invitado en la IX Jornadas Universitarias de PoesÃa Ciudad de Bogotá (2017), poemas suyos han sido publicados en la revista Ulrika 60. Sobres sin carta (2017) de la editorial Piedra de Toque es su primera obra.
Viñeta
En otro lado,
algún lugar virgen de nombre,
conociste el mar.
Lejos, en la memoria,
donde un niño arma por siempre
un rompecabezas de arena,
con diminutos granos
rojos y cortantes
que se lleva el viento
al atardecer.
Las fatigas
Cuántas vueltas a la manzana
para no llegar al núcleo de mis pasos.
Cuántas mañanas de afeitarse
para dejar intacta la última máscara.
Cuántas metáforas para confundirlo todo
y nubes de smog que se juntan
para vestirme.
Estoy cansado de escarbarme
de arrastrar las suelas por andenes,
patios y escaleras,
cansado de la repetición que da horma
y solo poderme escribir
entre abrigos.
Peticiones
Le pediste pan al poema.
Encontraste pulcra la mesa
señalada por el rayo matinal.
Le pediste atuendo al poema.
Te trajo costuras de silencio nocturno
y mordiscos de polillas.
Le pediste techo para la lluvia incesante.
Pero arriba danzaba la oscuridad
entre piedras tartamudas.
Pediste vivir de aquel cuento.
El poema rechinó los dientes, vistió sus galas,
saltó por la ventana.
Por la calle se rumora
que un viento de cinco de la tarde
roza la frente de algunos desprevenidos.
Y entre sueños hay rumores
aullidos y algarabÃas.
No pidas nada.
Ciudad Ceniza
El tiempo trae verdades
con el mismo polvo que las sepulta.
¿Cómo barrer, cómo desempolvar
los rayos grises asomados por la ventana?
La luz de segunda o tercera mano
que nos llega.
¿Hay un dios
riéndose
detrás de la despistada nube?
El tiempo sopla voces
cansadas repeticiones de poetas dormidos.
Homero, sus héroes de bronce solar
combatiendo por siempre.
Dante, su cristiano amor
en ascenso al Cielo.
Quevedo, derrotado por el amor y el tiempo
su ocaso senil desde la Torre.
¡Cállense!
¡Que no me dejan dormir el sueño
que creo mÃo!
El polvo que nos compone
es una vela opaca
en un mapa dibujado de noche
en la ciudad contaminada
que duerme y nos sueña.
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