El grito de la naturaleza. (El grito de Edvard Munch) - Colina Revista

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El grito de la naturaleza. (El grito de Edvard Munch)


Por Carlos Prieto Serrano

La primera vez que tuve la impresión de observar una reproducción litográfica de la pintura El grito, de Edvard Munch, tuve la sensación de estar entrando en un profundo trance del cual no saldría fácilmente, pues la memoria a veces se pega de imágenes que apenas si alcanzamos a observar detalladamente. Contaba apenas con diez o doce años. No digo que posea una memoria eidética, o al caso fotográfica, pero sí tengo recuerdos muy grabados de mi infancia que todavía me persiguen como sombras, o como gritos que me llaman desde un remoto pasado y esa fue la sensación que me quedó con El grito, un ícono del arte universal del tamaño de La Gioconda, de Leonardo, eso lo sé hoy.

De alguna manera, desde entonces, me asaltaron siempre dos preguntas: ¿quién está gritando?, ¿por qué grita? A las que seguían pensamientos como: ¿Por qué no está mirando ese maravilloso cielo de tonos tan rojos, tan naranjas y amarillos, tan encendidos? ¡Las personas al fondo de la pintura no se inmutan por el grito desgarrador de éste personaje!

Edvard Munch pintor noruego nacido en Loten, figura cumbre del expresionismo, considerado hoy uno de los grandes maestros de la pintura universal, es igualmente uno de los artistas más costosos en el mercado de coleccionistas, y ésta obra se ha convertido en la pintura más cara vendida en una subasta.

El grito es una obra compuesta por cuatro cuadros independientes del mismo autor. La más famosa de ellas se puede observar en la Galería Nacional de Noruega, terminada en 1893. Dos versiones pertenecen al Museo Munch, en Oslo, y se sabe que la cuarta pieza se encuentra en manos de un coleccionista particular. En 1895, el pintor hizo una versión litográfica de la obra, con el mismo título: “Todas las versiones del cuadro muestran una figura andrógina en primer plano, que simboliza a un hombre moderno en un momento de profunda angustia y desesperación existencial. El paisaje del fondo es Oslo visto desde la colina de Ekeberg.

Cuando uno observa El grito, puede ver a una persona con la boca abierta y las manos en la cabeza, gritando desesperado. El escenario es una especie de pasarela de un puente, el cielo se torna en colores muy cálidos, pero también obscuros, y en el fondo dos personas aparecen sin percatarse del trance de la figura principal. Sus ojos, su boca y sus manos hacen pensar en un individuo que grita... pero el British Museum nos ha revelado que esto no es así.

Con motivo del septuagésimo quinto aniversario de la muerte del artista en 2019, el British Museum decidió conmemorar la fecha con una galería en su honor, donde El grito, su obra cumbre, es protagonista, pero el museo sorprendió al exhibir una pieza que había permanecido oculta y con ella, un documento: un manuscrito de la pluma del mismo artista, donde desvela que en la obra, el personaje central no está gritando, está escuchando el grito de la naturaleza.
El documento precisa el sentimiento que embargó al artista y que lo conmovió hasta hartarse al realizar cuatro versiones del mismo instante, de la misma impresión: “Iba por la calle con dos amigos cuando el sol se puso. De repente, el cielo se volvió rojo sangre y sentí un estremecimiento de tristeza. Un dolor desgarrador en el pecho. Me detuve; me apoyé en la barandilla, preso de una fatiga mortal. Lenguas de fuego como sangre cubrían el fiordo negro y azulado y la ciudad. Mis amigos siguieron andando. Yo me quedé allí temblando de miedo. Y oí que un grito interminable atravesaba la naturaleza.”

Este texto en manos de los expertos determina que la inspiración del artista es muy diferente a lo que todos pensaban: la obra no es alguien gritando, más bien es alguien que se cubre los oídos al escuchar un aterrador grito.

En su momento la curadora de la exposición, Giulia Bartrum afirmó: "Esta extraña versión de El grito que vamos a empezar a exhibir en el British Museum deja claro que la obra de arte más famosa de Munch representa a una persona que escucha un grito y no, como muchas personas continúan asumiendo y debatiendo, una persona que grita". "Es evidente, dice Bartrum en otro momento, que se trata de un hombre escuchando, aunque qué daría por saber si escuchó un grito real o solo lo hizo dentro de su cabeza".

Con este nuevo dato, se ha derrumbado la leyenda sobre el cuadro, ofreciéndonos una versión pocas veces contemplada antes.
En 2012, la versión de pastel sobre cartón de 1895 alcanzó en subasta casi $ 120 millones en Sotheby's en Nueva York (Crédito: The Scream 1895 / Edvard Munch).

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